Eras como el amanecer azul,
fresco, como el vino que apaga la sed
pero que a la vez en flama te convierte.
Eras aventura divina cada madrugada.
Hoy mis pies descalzos caminan por la arena
dejando corazones para que estos te encuentren.
Las madrugadas llegan silenciosamente
y al pasar por mi lado, tan solo suspiran.
Ya no hay flama encendida, ni madrugadas hambrientas,
solo queda languidez de soles que brillaban como oro.
Lleno los huecos con el día a día
ahora que es primavera los aromas me persiguen.
Las noches son solitarias y algo tristes
se perfuma la brisa con los jazmines
yo respiro una nueva madrugada
y sonrío con el día.
27/09/2008
rdb
sábado, 27 de septiembre de 2008
VINO Y FLAMA
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