lunes, 31 de diciembre de 2007

UN CUENTO DE LA VIDA










Hasta cierta edad yo tuve un papá, un papá que desde pequeña me llevaba a pasear en su vieja bicicleta, en donde le había construido con sus manos una sillita para que no me cayera, y cada mañana temprano al salir el sol, allí estabamos los dos paseando bajo los árboles disfrutando del sol y el piar de los pajaritos.

Si yo tuve un papá, que disfrute de distintas formas tanto como él a mí, porque por primera vez tuvo que hacer un cambio de pañales, dar una mamadera cuando salíamos de paseo, y cuando íbamos a visitar a sus amigos algunos de su pueblo nunca olvidado, era el juguete de todos, disfruté con él en mi niñez, mil veces las viejas películas de Disney, siempre me contaba el día que fuimos a ver Bambi, que yo con mis tres añitos lloraba porque ese animalito sin mamá se había quedado, y le dije, papi me das un pañuelo, a media voz.

Papá que orgullosa me sentía cuando salíamos de paseo e iba colgada de tu brazo.
Con el pasar de los años, he visto tus hermosos dibujos a lápiz, esos retratos que hacías y los que le hiciste a mamá y no se porqué yo saque una mínima parte de tu talento.
A ambos nos encantan las manualidades, has hecho con tus manos maravillas, has reciclado muebles que casi ya ni se usaban y ahora están allí, mudos, como anunciando tu presencia aunque ausente te encuentras.

No sabes cuanto extraño el no tenerte cuando veo nuestro deporte favorito, el boxeo, antes me encantaba mirarlo, porque sabia que al otro día te llamaría o nos encontraríamos para comentar las mejores peleas, contigo aprendí el arte del boxeo, como se da un gancho y cuantos minutos tiene un round al hacerte compañía, ya mi teléfono no suena a media noche, y no escuchare nunca más tu voz diciendo en tal canal hay pelea, míralo.

Son tantos los recuerdos que pasan en este momento, que no sabría con cual de ellos quedarme, en mi mente quedó un día de reyes, cuando al levantarnos en la mañana sobre nuestros zapatos encontrábamos siempre lo que habíamos pedido, rara vez cambiaste nuestro deseo.
También viene a mi memoria el día de tu cumpleaños, casi uno de los últimos en donde te regalé una armónica, que tú tocabas muy bien, que alegría hubo en tus ojos, era tan moderna! Pero aunque te escuché solo un poco, se que trabajaste en ella y volviste a recordar tu juventud y bellas melodías dejaste flotando como sortilegio encantado.

Y así siguió pasando el tiempo, casi sin darnos cuenta llegó tus tan ansiados 80 años, si tantos años vividos junto a nosotros, con alegría armé una bella reunión, estaban todos tus nietos celebramos , allí te emocionaste cuando leíste mi poesía hacia ti.
Con orgullo poco tiempo después te dejé mi diploma con mención de honor ganada en el primer concurso que me presenté, nunca olvidaré tus palabras, al fin un poeta en la casa! me llenaron de orgullo el verte satisfecho. Hoy se que sigues desde ese mundo encantado mis pasos por este nuevo camino, aunque no pueda escucharte como antes si puedo contarte por medio de todo esto que sigues estando en mi mente y en mi corazón.

Mi vida cerro una etapa cuando te marchaste para siempre, ella sigue su rumbo, siempre avanza y debemos vivirla tal como se presenta, seguiremos por este camino para fortalecer al que queda y brindarle mucho amor para que el día de mañana nos recuerden tal, como yo te recuerdo ahora.


Maria Cristina Ochoa



domingo, 30 de diciembre de 2007

SELENE









Un hechizo a la tierra sacudió
la belleza, el encanto y la alegría,
las tres diosas encantadas
dieron paso esa noche a una carroza de plata,
que raudamente asomó sobre un cielo muy oscuro
y por el espacio con su luz a cada estrella iluminó,
el cielo entonces con brillos y colores se pobló.

Cada planeta en su órbita destellos despedían
pero la luna enamorada de un mortal estaba,
cada noche se asomaba a la punta de ese monte
para correr hacia él y en silencio sus besos dejar caer.
Las diosas al ver su tristeza,
mezclaron en sabias palabras algo de sentimiento,
un poco de pasión y un resto de su mirada
y el mortal en Sol pronto se convirtió,
fue su amante el que a diario le daría su atención ,
su amor y su paciencia

Nació de ella en horas distintas pero solo se amaran
cuando el ocaso asome y sus corazones trémulos en pasión se unan
y al encuentro de ese amor el rojizo atardecer estallara,
sobre el llano sus cenizas dejaran caer
las musas elevaran nuevamente las cenizas
y al ser esparcidas hacia el cielo
una luna enamorada brillara.

ANTIGUO ESCRITORIO


Allí quedó sobre el antiguo escritorio
como muestra de lo que alguna vez fue.

Desde ese ángulo aún te sonríe,
rara vez te atreves a tomarla entre tus manos
has soñado con esto mucho tiempo,
al fijar la vista en ella
ofreces ese segundo de tu vida,
para dejar que su recuerdo
inunde tu mente en sensaciones,
y escuchar su risa fresca recorrer
los oscuros rincones de la estancia.

En realidad nunca la conociste.
La intuiste libre como un mar abierto,
llena de emociones y reacciones.
Te ofrendó sus fotos y escritos
que al leerlos insinuaban su personalidad,
romantica y soñadora.

Sentirla a tu lado fué un deseo
palpar su enojo un anhelo,
deleitarse con su sonrisa una ilusión.

Disfrutaste de cada minuto que te dió
pero todo se diluyó mas pronto de lo esperado
es por eso que la buscas
tan solo para decirle, que aun la extrañas.

jueves, 27 de diciembre de 2007

PRISIONERA DE LA LLUVIA




Cerré mis ojos y me entregue a la lluvia
abrí mi boca y se lleno de gotas.
Los poros se dilataron, la piel se arrugo
mis uñas volaron los dedos no estaban.

Gemí por la sorpresa,
la lluvia robo una parte de mí
como raíces mis cabellos,
a la tierra se pegaron.

Cesó la tormenta, abrí mis ojos
en la tierra plantada estaba,
extraña sensación experimenté
al verme convertida en un rosal.

Crecían en mis brazos ramas de verdes hojas.
en mis manos rosas rojas se abrían
mi cuerpo lleno de espinas estaba
y en mi sonrisa, en mi sonrisa
la palabra amor se tatuaba.
RDB







miércoles, 5 de diciembre de 2007

BAJO UN LUCERO


Hoy la luna tiene un brillo especial
las estrellas titilan como nunca,
y las nubes se mecen con la brisa.
Casi es medianoche.
Por un caminito un rojo amarillento llega
cargando aromas de fina hierba
y ricos manjares para ofrecer
al niño Dios que está por nacer.

Sobre una montaña en una pequeña cueva,
José y María aguardan pacientemente.
Se abrieron las nubes, asomó un lucero.
Baló una oveja, rebuznó el burro
llegaron los reyes
cuando una fina lluvia dorada caía.

Erosiona una luz y en un acto de fe
en una cuna de paja muy suave
se escucha el quejido de un tierno bebé.
María sonríe, José se sorprende
ha llegado el niño, el niño Jesús.

Una algarabía de rostros sonrientes
alaban al niño que mira a su madre
mientras los pastores le rinden su amor.
Aleluya hermanos, cantemos felices
que ha llegado el niño, el niño Jesús.

RDB