Tres briosos camellos
se perdieron en el desierto
una tormenta de arena
les borró el camino marcado.
Se apearon los tres reyes
a buscar alguna estrella
que les diera alguna pista
del lugar al que ellos iban.
Y miraron, y miraron
pero no había ni un alma.
Ni pájaros que piaran.
Ni pastores que pasaran.
El tiempo se acababa
iba a nacer el pequeño
y mirando el cielo pidieron
al menos una sonrisa.
Entonces salió la luna
y un ojo les guiñó
lloró un poquito,
otro poco más.
Y gracias a las gotas de luna
los tres reyes magos
llegaron a tiempo
para ver el niño nacer.
se perdieron en el desierto
una tormenta de arena
les borró el camino marcado.
Se apearon los tres reyes
a buscar alguna estrella
que les diera alguna pista
del lugar al que ellos iban.
Y miraron, y miraron
pero no había ni un alma.
Ni pájaros que piaran.
Ni pastores que pasaran.
El tiempo se acababa
iba a nacer el pequeño
y mirando el cielo pidieron
al menos una sonrisa.
Entonces salió la luna
y un ojo les guiñó
lloró un poquito,
otro poco más.
Y gracias a las gotas de luna
los tres reyes magos
llegaron a tiempo
para ver el niño nacer.
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